Estalla en lágrimas en un parque. Pero la inesperada ayuda… ¡Esto vale oro!

Muchas veces estamos tan metidos en nuestro propio mundo y en nuestros propios problemas que sólo somos capaces de ver las cosas desde una perspectiva, manteniendo siempre la misma actitud rígida, sin darnos cuenta de todas las posibilidades que hay. Cuando leí esta historia me hizo pensar mucho y, aunque no sé si la historia ocurrió realmente así, el mensaje merece ser compartido. Vais a entender a qué me refiero cuando lo leáis. Espero que la apreciéis tanto como yo.

La protagonista de esta historia es una mujer que estaba pasando por un mal momento. Todos pasamos por malos momentos en la vida, pero lo verdaderamente grave es que ese momento se estaba eternizando. Unas semanas de estrés y agobio por el trabajo, los hijos, problemas que iban surgiendo con la pareja, se convirtieron en meses y después en años. La mujer ya no podía más, pero realmente no podía hacer nada para cambiar la situación, tanto su marido como ella necesitaban trabajar muchas horas y aún así el dinero apenas les llegaba y no podían dedicar mucho tiempo a sus hijos.

Un día de máximo estrés en el trabajo, la mujer salió a buscar algo para comer en su descanso, compró un sandwich (rápido y barato), no había tenido tiempo para prepararse un almuerzo en casa porque su hijo pequeño estaba enfermo. Necesitaba un poco aire y, aunque su descanso era muy breve, decidió sentarse en un banco de un parque a comer su sandwich. Mientras comía no pudo evitar que las lágrimas le corriesen por las mejillas. Estaba tan en su mundo que ni se dio cuenta de que había una señora mayor sentada en el mismo banco.

Cuando la vio llorar la anciana le pasó un pañuelo para que se secara las lágrimas. La mujer primero se sobresaltó al darse cuenta de que tenía compañía, miró a la anciana con desconfianza primero, pero la mirada de la anciana le transmitió tanta comprensión que incluso ella sonrió entre lágrimas.

La anciana le preguntó qué le pasaba y la mujer le contó todo. Estaba cansada de luchar y luchar en la vida. Parecía que en cuanto un problema se resolvía, surgía uno nuevo. La mujer le preguntó a la anciana: “Qué puedo hacer?”.

Entonces la anciana le dijo:

“Hija, vete a casa, llena tres ollas con agua y ponlas al fuego. Cuando el agua esté hirviendo, coloca en una zanahorias, en otra un huevo y en la última granos de café. 20 minutos después apaga el fuego. Saca las zanahorias y colócalas en un plato. Saca el huevo y colócalo junto a las zanahorias. Después cuela el café y sírvelo en una taza.

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Después de hacer eso ¿cómo crees que estarán las zanahorias?”.

La mujer le dijo, sorprendida por su historia y su pregunta, que las zanahorias estarían cocidas, blandas.

“¿Y el huevo?”, volvió a preguntar la anciana.

“Pues … cocido,” respondió la mujer desconcertada.

“¿Pero cómo estará este huevo después de estar cocido?”, insistió la anciana.

“Duro, sería un huevo duro”, dijo la mujer pensando ya que la anciana andaba mal de la cabeza.

Y la anciana hizo una última pregunta:

“¿Y el café?”

“El café”, dijo la mujer, “estará listo para ser filtrado y beberlo”.

La anciana dijo entonces:

“Cada uno de estos elementos se ha enfrentado a la misma adversidad: agua hirviendo. Pero cada uno ha reaccionado de forma diferente.

La zanahoria, dura y tenaz, después de haber sido sometida al agua hirviendo, se ablandó y se debilitó.

El huevo, con su fina cáscara protegía su líquido interior, pero después de entrar en el agua hirviendo, su interior se endureció.

Los granos de café… son únicos. Después de estar en agua hirviendo, consiguen transformar el agua.

Te haré ahora la última pregunta, pero no tienes que responderme a mí, tienes que responderte a ti misma: ¿Cuál de todos eres tú, cómo reaccionas? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?
Piensa en esto: ¿Qué soy yo? ¿Soy una zanahoria que parece fuerte, pero con la adversidad me vuelvo débil y pierdo mi fortaleza? ¿Soy el huevo, que comienza con un corazón maleable, pero que con lo adverso cambia? ¿Quizá tenía un carácter alegre, pero después de pérdidas, dolor, dificultades financieras, me volví rígida? ¿Mi cáscara es la misma pero por dentro estoy amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecido?

¿O soy como los granos de café que cambian el agua hirviendo a pesar de ser el elemento que les causa dolor? Cuando el agua se calienta, libera la fragancia y el sabor. Si eres como el grano del café, cuando las cosas están en su peor momento, te vuelves mejor y cambias la situación que te rodea. Cuando estás con tus hijos estás triste pensando en las dificultades o juegas, sonríes y disfrutas de esos pocos momentos que tienes con ellos?

Pero hay otra pregunta más importante: ¿qué quieres ser? Piensa en lo que eres ahora y piensa que en tus manos está el convertirte en lo que quieras. ¿Cómo quieres aprender a enfrentarte a la adversidad? ¿Como una zanahoria, un huevo o un grano de café?

La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo: termina por sacar el máximo provecho de todo lo que aparece en su camino.”

Éstas sabias palabras le han dado vuelta al mundo y entiendo por qué. Comparte esto para que pueda ayudar a otras personas que están pasando por un momento difícil.

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