Anciano encorvado aparece cada noche en la esquina, cuando ella ve lo que hay en su bolsa, se le parte el corazón

Cada noche, un hombre mayor caminaba con pasos lentos con la ayuda de su andadera para llegar a una misma esquina en Phoenix, en EE UU.

Siempre se quedaba en el mismo sitio y se sentaba en su asiento, sacaba su otro apoyo para caminar, para usarlo como mesa, luego sacaba, con cuidado, unas monedas de cobre que tenía en su bolsa para tratar de venderlas a las personas que iban pasando.

Allí estaba cada noche hasta que la luna aparecía, a esa hora empaquetaba sus cosas y desaparecía, sólo para regresar el día siguiente.

Lisa Fandrich trabaja de entrenador personal en Phoenix y solía ver al hombre sentado allí en esa esquina, le daba mucha lástima y no podía evitar preguntarse por qué siempre estaba allí sentado.

© Facebook/Lisa Fandrich

Un día decidió acercarse para hablar con el señor.

Lisa se sentó al lado del hombre y le preguntó quién era y por qué estaba allí vendiendo monedas cada noche, el señor le contó que se llamaba Paul Lomax y que tenía 76 años.

Paul llevaba casado con su esposa durante 54 años y habían vivido en Phoenix casi cuatro décadas, pero últimamente el dinero no les llegaba y vivían con la ayuda del servicio social. Lo peor era que podían perder su hogar si no logran pagar sus deudas.

Por eso, cada noche, salía para tratar de vender su colección de monedas, tenía la esperanza de ganar el dinero para dar una vida más segura para su esposa.

A Lisa le conmovió su historia y pensó que podía ser peligroso, para un hombre mayor, estar sólo en una esquina de la ciudad cada noche.

Pero Paul no tenía miedo.

© Facebook/Lisa Fandrich

Lisa decidió tratar de ayudar a Paul de la manera que pudiera, comenzó con la compra de las dos monedas favoritas de Paul, le dio un abrazo y se despidió.

© Facebook/Lisa Fandrich

Luego regresó a casa y creó una campaña en una página en internet, donde contaba la historia de Paul. No pasó mucho tiempo antes de que personas desconocidas comenzaran a donar dinero para el anciano y su esposa. 

Lisa siguió visitando a Paul y le dió todas las donaciones que entraban por la página, terminó siendo mucho dinero, en total 30.000 dólares.

Así, Paul y su esposa pudieron quedarse la casa.

Pero además del dinero, llegaron un montón de comentarios cariñosos para Paul por la página.

Ahora han pasado tres meses desde el momento que Lisa conversó con Paul por primera vez, todavía vuelve cada noche a la misma esquina, y Lisa va regularmente para visitarlo. Lograron salvar su casa y Paul ha recibido el dinero que necesita pero, aún así, sigue en la misma esquina, le gusta hablar con las personas que pasan por allí y ya tiene muchos nuevos amigos.

¡Qué hermosa historia! Sólo imagínate las maravillas que podemos hacer por otras personas si sólo nos atrevemos a acercarnos y conversar. Siento que Lisa es un modelo a seguir y espero que más personas tengan un corazón tan grande como ella.

¡Hay que cuidar de nuestros ancianos! Comparte esta bonita historia para recordárselo a los demás.

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