Phillip Herron: El trágico final de un padre soltero

Ser padre significa proteger, mantener y asegurarse de que tus hijos se sientan seguros. Pero, ¿qué pasa cuando el sistema en el que confías falla?
La historia de Phillip Herron no solo es desgarradora, sino que es un impactante recordatorio de lo que puede suceder cuando un padre en dificultades se queda solo con deudas, ansiedad y el silencio de quienes se suponía que debían ayudarlo.

Una fuente de dificultades

Phillip Herron, un trabajador de fábrica y padre soltero dedicado de tres hijos de Durham, Inglaterra, solo tenía 6 dólares en su cuenta bancaria cuando se quitó la vida en 2019.

Solo tenía 34 años.

¿El motivo? Se vio obligado a esperar semanas para recibir su primer pago del Universal Credit, una espera que resultó demasiado larga y cruel. El Universal Credit es un programa de bienestar social del Gobierno británico diseñado para sustituir seis prestaciones anteriores por un único pago mensual. Su objetivo es simplificar el sistema de bienestar social y animar a las personas a encontrar trabajo. Sin embargo, para muchos se ha convertido en una fuente de dificultades.

Como tantos otros que luchan por llegar a fin de mes, Phillip Herron se ahogaba en deudas cuando solicitó en silencio el Universal Credit, sin decirle a su familia lo mal que estaban las cosas.

Este padre de 34 años estaba sin trabajo y apenas podía alimentar y vestir a sus hijos. Se estaba atrasando en el pago del alquiler y tenía una deuda de casi 25.000 dólares, incluidos préstamos con intereses exorbitantes de más del 1000 %.

«La gota que colmó el vaso»

Como muchos otros, recurrió al sistema de crédito universal del Reino Unido en busca de ayuda. En lugar de eso, lo que obtuvo fue silencio, retrasos y una deuda cada vez mayor.

El crédito universal, implantado por el Gobierno británico en 2013, se presentó como un sistema de prestaciones simplificado. Pero detrás de las promesas políticas se esconde una realidad más oscura. Los nuevos solicitantes deben esperar cinco semanas, como mínimo, antes de recibir cualquier dinero. Para quienes ya se encuentran en una situación de crisis, es un retraso mortal.
«Cuando la gente pide ayuda, ya está desesperada», dijo Sheena Derbyshire, madre de Philip. «¿Hacerles esperar tanto tiempo? Es peligroso».

Para Philip, la espera y la presión se hicieron insoportables. «No hay ninguna razón para que tarde tanto. Phillip ya tenía problemas, pero creo que esto fue la gota que colmó el vaso», dijo Sheena.

Un shock total para su familia

Apenas unas horas antes de su muerte, Phillip publicó un desgarrador selfie llorando desde el interior de su vehículo. Junto a él, una nota de despedida.
Al día siguiente, en una tranquila carretera rural, puso fin a su vida.

Su madre, Sheena Derbyshire, quedó totalmente desconcertada. «Fue un shock total», declaró al Daily Mirror. «No teníamos ni idea de lo mal que estaban las cosas. En su nota, escribió que la familia estaría mejor sin él. Eso me destrozó».
Tras su muerte, Sheena descubrió toda la verdad: Phillip estaba ahogado en deudas con bancos y empresas de servicios públicos. Su casa estaba a punto de ser embargada. Entre sus papeles había una notificación de desahucio.
Sheena revisó sus correos electrónicos y sus notas de voz. Los mensajes de voz eran especialmente duros. «Escucharlos», dijo, «fue lo más desgarrador que he hecho en mi vida».

Sus hijos también quedaron destrozados. «La pequeña sigue soñando con él», dijo Sheena en voz baja. «Dice que lo ve. Le ruega que no se vaya. Pero cuando se despierta, él ya no está».

Según Sheena, ninguno de los niños recibió terapia. La indignación pública también ha sido feroz. Las redes sociales estallaron de dolor y rabia cuando se conoció la trágica historia de Philip. Una publicación lo resumía así: «Ahora hay otro muerto en sus manos manchadas de sangre». Otra decía: «Deberían avergonzarse», dirigida al Ministerio de Trabajo y Pensiones.

Por qué habla de ello

Sheena cree que hablar sobre el suicidio de su hijo y el impacto que ha tenido en su familia podría ayudar a otras personas que puedan estar luchando en silencio.

Dijo: «No sales un día y te quitas la vida sin más. Es algo que se va acumulando.
Así que, por favor, por favor, hablad con alguien. No dejéis que otra familia pase por esto. Si no podéis hablar con vuestra familia o amigos, hay gente como los Samaritanos».

En 2019, Sheena esperaba que las pruebas que había encontrado se utilizaran en una investigación completa sobre la muerte de Phillip en Sacriston, Co Durham, y revelaran las deficiencias del Universal Credit. Sin embargo, no está claro si se hizo justicia en el caso.

En respuesta a la tragedia, un portavoz del Departamento de Trabajo y Pensiones declaró: «Nuestros pensamientos están con la familia del Sr. Herron.
El suicidio es un tema muy complejo, por lo que sería erróneo vincularlo únicamente a la solicitud de prestaciones de una persona. Estamos comprometidos con la protección de los solicitantes vulnerables y revisamos constantemente las directrices para ofrecer el máximo nivel de protección».

No es una historia aislada

Lamentablemente, la historia de Phillip no es un caso aislado. Su muerte es solo una de las muchas que se están relacionando con el sistema de crédito universal del Reino Unido, según WSWS.org.

En 2019, Stephen Smith, un hombre con una enfermedad crónica que pesaba solo 38 kilos, fue declarado «apto para trabajar» y murió poco después.
Ese mismo año, Joy Worrall, una jubilada de 81 años, se quitó la vida de forma trágica al saltar a una cantera después de que el Departamento de Trabajo y Pensiones (DWP) congelara sus prestaciones, dejándola con solo 6 dólares a su nombre.

La investigación reveló que era «demasiado orgullosa» para compartir sus dificultades económicas con su familia, por lo que decidió vivir de sus ahorros. Cuando estos se agotaron y solo le quedaban 6 dólares, tomó la desgarradora decisión de saltar a una cantera de 12 metros de profundidad. Martin John Counter, de 60 años, se quitó la vida tras ser acusado injustamente de fraude en las prestaciones sociales.

Los últimos meses de Phillip dibujan el retrato de un hombre que hizo todo lo posible por aguantar, por sus hijos, por su cordura, por una vida que le estaba siendo arrebatada.

Lamentablemente, sintió que la burocracia lo ignoraba, y eso le costó la vida. Finalmente, su madre, Sheena, tiene una advertencia para las autoridades británicas: «Si esto no cambia», dijo, «él no será el último».

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