Se queja de su perezosa mujer – hasta que ve el test de embarazo y se da cuenta de que no es suyo

El marido de esta historia trabaja joranda completa, mientras tanto su mujer se encarga de la casa y los niños. Sin embargo el hombre no estaba satisfecho con la situación, él va a la oficina todos los días y trabaja duro para poder mantener a la familia. 

Un día el esposo sintió que ya no podía más y le pidió a Dios que se pudiesen intercambiar las posiciones para que su mujer viese lo duro que trabaja él para poder traer comida a casa todos los días. 

Pero Dios tiene sus propios planes y esta hombre no tenía ni idea de cómo las cosas podían ir. Al final fue él el que acabó aprendiendo una gran lección que nunca va a olvidar. 

Espera a conocer el final de esta historia, es brillante...

El jardín del vecino siempre se ve más verde desde el otro lado ¿verdad?

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Un hombra estaba cansado y harto de ir a trabajar todos los días, mientras su esposa se quedaba en casa. Él quería que ella viese lo que es tener un ”trabajo real» y tener la responsibilidad de mantener a la familia. 

Un día el marido se sentó en la cama y rogó a Dios: 

«Dios, voy a trabajar todos los días mientras mi mujer se queda en casa. Me gustaría que ella supiera por lo que paso cada día, permíteme cambiarme por ella un día»

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Dios, con su infinita sabiduría, vio la situación y concedió el deseo al hombre. Al día siguiente el hombre despertó como mujer. 

Se levantó, preparó el desayuno, se encargó de los niños, los vistió, les dio el desayuno, les preparó sus fiambrera de comida para el almuerzo, los llevó a la escuela, volvió a casa e hizo la colada. Después fue al banco a hacer unas gestiones, hizo la compra, volvió a casa y se puso a ordenar, pagó las facturas y echó un vistazo al presupuesto de la familia. 

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Después limpió el espacio de los perros y los lavó. 

Después del almuerzo hizo las camas, planchó y colocó la ropa lavada, y barrió y fregó los suelos. Cuando terminó ya era hora de volver a por los niños a la escuela. 

Les dio la merienda a los niños y les ayudó a hacer los deberes. Y tuvo tiempo de limpiar un poco mientras veía la tele. 

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Después comenzó a pelar patatas y partir verduras, asar algo de carne y poner la mesa para la cena. 

Después de la cena, limpió la cocina, fregó los platos, lavó a los niños y los acostó. 

Hacia las 9 de la noche estaba completamente agotado y ni siquiera le había dado tiempo a hacerlo todo. Pero antes de que llegase la hora de irse a la cama, su pareja quería hacer el amor y ni siquiera tuvo energía para decir que no. 

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A la mañana siguiente se despertó temprano. Cayó junto a la cama y rezó de rodillas: 

”Dios, no sé en lo que estaba pensando. Estaba equivocado al envidiar a mi mujer por estar en casa todo el día. Por favor, por favor, permíteme volver a cambiar y ser yo de nuevo».

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Dios, con su infinita sabiduría, conestó: 

«Hijo mío, siento que has aprendido una gran lección y con mucho gusto volveré a poner todo como estaba antes. 

Sólo tienes que esperar nueve meses, me temo.

Te quedaste embarazado anoche”. 

Comparte esta historia en Facebook si estás de acuerdo con que todos deberíamos respetar el inmenso trabajo de tantas amas de casa que trabajan como el más trabajador de los empleados ¡además con mucho amor y dedicación! Y nuestro respeto, por supuesto también, para todos los maridos de esas mujeres que trabajan para que a sus familias no les falte nada.